Facultad de Derecho

Reseña del artículo “Technocracy, disaster risk reduction and development: A critique of the Sendai Framework 2015-2030” de Julián David Osorio Piñeros

Por: Laura Isabel Gallardo Muñoz [1]

 

Comentario al artículo de Osorio Piñeros, J. D. Technocracy, disaster  risk  reduction  and  development: A critique of the Sendai Framework 2015-2030 En Revista Derecho del Estado, Universidad Externado de Colombia. N.º 47, septiembre-diciembre de 2020 pp 319-342.

 

Este artículo es el resultado de la investigación que Julián David realizó en University of Reading, Reino Unido, en desarrollo del LLM Derecho Internacional y Desarrollo. El texto se compone de cinco secciones, además de la introducción y las conclusiones. A lo largo del texto, el autor aborda un tema poco explorado en Colombia: la relación entre pobreza y la vulnerabilidad al riesgo de desastres por eventos de la naturaleza. El autor analiza esta relación destacando la falencia del Marco de Sendai, que se reproduce en el Plan Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres de Colombia[1][2][1], según la cual la pobreza, como vulnerabilidad al riesgo de desastres, es una problemática de carácter técnico y no el resultado del orden político, social y económico como expresiones de la sociedad. Julián David concluye que la concepción tecnocrática del riesgo de desastres es la manifestación de la modernidad como teoría de desarrollo que deposita en la ciencia y la tecnología la solución a los problemas creados por el hombre, en vez de promover el cambio de conducta que los genera.  

 

En la primera sección, el autor realiza un recorrido histórico sobre la manera como el Foro de las Naciones Unidas ha conceptualizado el riesgo de desastres por eventos de la naturaleza. El marco temporal de esta revisión se ubica entre 1987 y 2030, período en el que el autor se refiere a los 90´s como la Década Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, la Estrategia de Yokohama, el Marco de Acción de Hyogo y el actual Marco de Sendai, cuya vigencia se extiende hasta 2030. Tras este recorrido histórico, se destaca que no todos estos instrumentos han considerado la pobreza como una vulnerabilidad a los desastres y, además, precisa de qué manera ellos han reducido la noción de vulnerabilidad a un asunto técnico, pasando por alto que se trata de una problemática producida por el hombre. Ciertamente, el autor señala que el actual Marco de Sendai no reconoce la pobreza como un factor de vulnerabilidad y, además, que concibe el riesgo de desastres como un asunto técnico desligado de las decisiones de la sociedad que generan estados de pobreza, como los consensos que soportan el sistema político, económico y social.

 

En la segunda sección, el autor se ocupa de establecer por qué la pobreza es un estado de vulnerabilidad que genera riesgo a los desastres por hechos de la naturaleza. Esta relación la establece a partir de doctrina especializada sobre el tema, como lo es “The Cambridge Handbook of Disaster Risk Reduction and International Law”[3] así como de los efectos de los terremotos ocurridos en Haití y Chile en 2010.

 

Julián David trae a colación como, a pesar de que el terremoto en Haití fue más fuerte que en Chile, en el primer país la tasa de mortalidad, por cada cien mil habitantes, fue superior a la del segundo. Según el autor, esta diferencia obedeció a que los niveles de pobreza en Haití eran superiores, estado de cosas que había impedido a sus ciudadanos acceder a infraestructura apta para soportar esta clase de eventos de la naturaleza, mientras que en Chile y como resultado de una política pública de superación de la pobreza, se habían generado condiciones económicas y sociales para que sus ciudadanos accedieran a viviendas y demás infraestructura de servicios capaces de soportar y responder a las consecuencias de un movimiento telúrico y el posterior tsunami.

 

Tras efectuar este paralelo, Julián David concluye que la pobreza no es un estado de cosas que surge de manera espontánea, sino el resultado de como la sociedad, a través del sistema político, económico y social distribuye la riqueza, las oportunidades, los bienes y servicios entre sus miembros y que constituye la medida que determina el nivel de vulnerabilidad de las personas. El autor cierra esta sección argumentando que el Marco de Sendai, al no reconocer la pobreza como un factor de vulnerabilidad, se traduce en una invitación a que la comunidad internacional adopte políticas de reducción del riesgo de desastres no dirigidas a superar una de las causas de los desastres: la pobreza.

 

La tercera sección de este artículo ilustra los dos modelos epistemológicos sobre el riesgo: el racionalista y el constructivista. El primero de ellos concibe el riesgo como un fenómeno objetivo, cuantificable y susceptible de ser administrado por la ciencia y la tecnología, dado que su existencia esta desligado del comportamiento humano. El segundo modelo lo hace de tal manera que el riesgo es un fenómeno que resulta de la percepción de los individuos y de la sociedad, es decir, que el riesgo es un concepto que se construye y está en constante transformación, por lo que es difícil medirlo y cuantificarlo. Julián David incorpora esta discusión epistemológica para indicar cuál es el modelo embebido en el Marco de Sendai. Según el autor, el Marco de Sendai adoptó el modelo racionalista dado que no reconoce la pobreza como un factor de vulnerabilidad y, además, porque concibe el riesgo de desastres como un asunto técnico desligado de las decisiones de la sociedad que generan estados de pobreza, como los consensos que soportan el sistema político, económico y social.

 

Luego, en la cuarta sección, el autor expone sus razones para indicar por qué el Marco de Sendai adoptó el modelo racionalista del riesgo. Según él, este modelo se justifica por dos circunstancias que escapan a su ámbito conceptual y, por el contrario, se circunscriben al modelo construccionista. El primero, porque es complejo identificar las conductas y decisiones humanas que originan un estado de cosas; estas se encuentran en constante cambio y son relativas según la cultura, el sexo, la edad entre otros factores. Segundo, porque modificar los consensos sobre los cuales se edifica el sistema político, económico y social, como generadores de pobreza, implicaría modificar el statu quo, algo que genera oposición política. Ante este escenario, el autor pone de presente que no es acertado que el Marco de Sendai hubiera adoptado una aproximación racionalista al riesgo de desastre porque no se ocupa por identificar y superar las causas que generan pobreza. Por el contrario, Julián David señala que esta aproximación epistemológica del Marco de Sendai lo que hace es depositar en la ciencia y la tecnología la responsabilidad de resolver una vulnerabilidad creada por el hombre, a pesar de que estas disciplinas, por sí solas, no tienen la capacidad de hacerlo. De manera interesante, el autor señala que el beneficio de una aproximación tecnocrática al riesgo de desastres es otorgar a la sociedad y a sus individuos tiempo para que estos modifiquen la consensos políticos, económicos y sociales causantes de la pobreza.

 

En la última sección, Julián David continúa con la labor de explicar por qué el Marco de Sendai se decantó por el modelo racionalista a la hora de abordar el riesgo de desastres. En este apartado, el autor agrega que depositar en la ciencia y la tecnología la responsabilidad de solucionar situaciones creadas por el hombre, con el argumento de que es más difícil modificar la conducta que los genera, es una tendencia que surgió en la modernidad, como teoría del desarrollo. El autor indica que la modernidad se caracteriza, precisamente, por la fe en la ciencia y la tecnología como los medios para explicar la vida en la tierra, en contraste con el período premoderno, en el cual dominaban explicaciones teocráticas y del orden místico. Sostiene el autor que esta característica de la modernidad es de tal magnitud que, inclusive, se ha considerado que el progreso social y las interacciones humanas dependen y son moldeadas por la ciencia y la tecnología. Tras señalar esto, se manifiesta que el empoderamiento de estas disciplinas ha obscurecido la capacidad de la sociedad y sus individuos de hacerse responsables por las situaciones que sus decisiones crean como, por ejemplo, los consensos políticos, económicos y sociales que causan la pobreza, una vulnerabilidad al riesgo de desastres.

 

A lo largo de estas cinco secciones Julián David logra desarrollar una crítica el Marco de Sendai por su aproximación tecnocrática al riesgo de desastres por eventos de la naturaleza, concepción que resulta cuestionable porque no se ocupa de identificar y superar los consensos políticos, económicos y sociales que generan pobreza, como un factor de vulnerabilidad. Señala el autor que esta omisión fomenta la adopción de políticas que, en vez de reducir el riesgo de desastres, lo perpetúan porque no están diseñadas para superar la pobreza como una de sus causas.

 

 

[1] Abogada de la Universidad Externado de Colombia y Magíster en Teoría del Derecho (LL.M) de la Universidad Johann Wolfgang Goethe

[2] Decreto n.º 308 del 24 de febrero de 2016.

[3] Samuel, K. L., Aronsson-Storrier, M. & Bookmiller, K. N. (eds.), The Cambridge Handbook of Disaster Risk Reduction and International Law. Cambridge: cup, 2019.