Facultad de Derecho

Elecciones USA y el fraude electoral

 

Por: Rafael Rubio

 

En las últimas horas estamos conociendo los resultados de las elecciones presidenciales norteamericanas. En muchos de los estados clave, que decidirán esta elección se repetía la misma pauta: lo que parecía una victoria probable de Trump según los resultados conocidos, al 60 o 70% del recuento en estados clave, se iba convirtiendo en una remontada de Biden que, según se iba acercando el recuento al 100%, iba acortando la distancia hasta superar al candidato republicano. Este cambio en la tendencia respecto a la impresión inicial ha permitido a Donald Trump denunciar públicamente la existencia de un fraude electoral múltiple y hace presagiar que estas elecciones, tras un buen número de nuevos recuentos, terminarán en los tribunales

 

Sin embargo, por lo que se sabe hasta la fecha, los incidentes hasta ahora son los habituales en un país con una administración electoral deficiente o muy deficiente. La explicación de lo que está sucediendo es sencilla y responde a una lógica, ya anunciada, los demócratas ante la situación sanitaria decidieron favorecer el voto por correo y el voto anticipado. De este esfuerzo de los 100 millones de votos anticipados casi 2/3 eran votos de votantes registrados como demócratas, y la mezcla con el altísimo número de votos anticipados (que supera la mitad de los votos emitidos en un buen número de estados) y con las regulaciones electorales propias de cada estado (que establecen que estos votos deben ser contabilizados los últimos), han propiciado un cambio general en las tendencias de recuento de estos estados.

 

Que esto iba a suceder era conocido por unos y por otros, de ahí que muchos advirtieran del peligro del “Red Mirage” – espejismo rojo –  una victoria aparente de Trump en la noche electoral del martes, como la que se ha producido, que finalmente no se correspondiera con los resultados finales debido a los votos por correo y anticipado por contabilizar. Trump también lo sabía y por eso llevaba ya muchos meses sembrando dudas sobre la legitimidad del voto por correo. Esas dudas se convirtieron en protestas públicas, cuando los recuentos comenzaron a mostrar ese cambio de tendencia y probablemente se convertirán en protestas formales.

 

La causa principal de este dilema es el sistema electoral, que deja en manos de los estados la regulación de todo el mecanismo de elecciones. Según la Constitución norteamericana:

 

Cada Estado designará, en la forma que lo prescriba su Asamblea Legislativa, un número de electores igual al número total de Senadores y representantes que le corresponda en el Congreso; pero no será nombrado elector ningún Senador o representante, ni persona alguna que ocupe un cargo de confianza o con retribución bajo la autoridad de Estados Unidos.”

 

Esta cláusula garantiza la libertad de los poderes legislativos de cada uno de los estados para determinar la regulación electoral en su estado, también en lo que afecta a la elección presidencial.

 

Esta condición del sistema electoral favorece su complejidad, conformando un collage diverso repleto de leyes estatales que, en ocasiones, las mayorías legislativas de turno utilizan en su propio beneficio.

 

En este sentido se ha planteado hasta qué punto las normas federales podrían limitar ese poder de las legislaturas estatales. El Tribunal Supremo lo ha considerado en un par de ocasiones: En McPherson v. Blacker, 146 U.S. 1 (1892) donde la Corte citando el Artículo II, Sección 1, Cláusula 2 establece que estas nunca podrán limitar el poder legislativo al que corresponde la responsabilidad.

 

Algo similar ocurrió en Bush v. Palm Beach County Canvassing Board, 531 U.S. 70 (2000) aunque tres de los magistrados expresaron su disconformidad señalando que “nada en el artículo 2º de la Constitución Federal libera a las legislaturas de los Estados de los límites de las Constituciones Estatales que los crearon”.

 

Como consecuencia del carácter estatal, en las elecciones Presidenciales los poderes legislativos de cada Estado también gozan del poder de decisión aunque la cláusula constitucional de cierre, que establece que “el Congreso puede en cualquier momento por ley establecer o modificar estas normas”, ha permitido cierta armonización, evitando un gran número de problemas. Es tal la autonomía de los estados que en un principio, y durante un tiempo, eran las cámaras estatales las que elegían a sus representantes en el Colegio electoral de manera directa, o establecían la extensión del derecho al voto, poco a poco el sistema fue evolucionando hacia la celebración de elecciones, sometidas a unos estándares y que hoy se celebran en los 50 estados y que se recogen principalmente en el Capítulo 1º del título 3º, del Código de los Estados Unidos (62 Stat. 672, as amended) y en otras leyes federales complementarias que regulan fundamentalmente el acceso al voto y la financiación electoral.

 

En la actualidad podemos hablar de un sistema uniforme con diferencias de regulación en temas como los plazos de registro, el ejercicio del voto por correo, el voto adelantado, los horarios de votación, la elección de papeletas, la utilización de máquinas o los sistemas de recuento. Estas diferencias, salvo el caso de Florida en el 2000 no habían supuesto hasta la fecha un elemento decisivo a la hora de determinar el resultado, pero esto ha cambiado totalmente en esta elección.

 

En efecto, en esta elección, por su volumen y lo ajustado de las mismas, estos elementos diferenciadores están resultando decisivos tanto a la hora del orden del recuento como a la hora de establecer los plazos en los que se pueden recibir votos.

 

En el primer punto la pandemia del Covid-19 ha provocado cambios en las normas electorales de muchos estados, especialmente en lo que se refiere a facilitar el voto por correo, permitiendo la recepción de votos el día de la elección e incluso durante los días siguientes. La idea era facilitar el voto durante la crisis sanitaria, y los resultados, más de 100 millones de votos previos, son una buena muestra del éxito. Pero han sido estos cambios en los sistemas electorales, que estándares internacionales como, por ejemplo, los de la Comisión de Venecia no recomiendan realizar en el año previo a las elecciones, los que han dado lugar al conflicto al que asistimos.

 

Como se puede ver en el gráfico de Pew Research Center son bastantes los estados que han permitido recibir votos por correo una vez cerradas las urnas.

 

Fuente: Pew Research Center

 

Uno de ellos, el cambio en la normativa de Pensilvania ha llegado ya a la Corte Suprema. El 19 de octubre, el presidente del Tribunal Supremo John Roberts junto a los tres magistrados liberales, votó a favor de mantener en vigor la norma estatal modificada. Poco después los magistrados acordaron por unanimidad que era demasiado tarde para acelerar un fallo sobre el fondo del caso antes de las elecciones. En el último fallo, el magistrado Samuel Alito, en representación de los magistrados Clarence Thomas y Neil Gorsuch, señaló que es probable que el fallo de la corte estatal se declare inconstitucional y que la Corte Suprema mantenga su discreción para otorgar una revisión acelerada después de las elecciones, por lo que pedía y obtuvo separar los votos recibidos una vez cerradas las urnas, para poder determinar entonces si esos votos deben contarse o no. Si las elecciones dependen de Pensilvania podemos estar seguros que el caso volverá a la Corte Suprema.

 

Pero el elemento que más problemas está causando, al reforzar la sensación de fraude, es el orden en el recuento establecido por la ley federal en cada uno de los estados, que establece si el voto anticipado puede contarse con antelación o si es necesario esperar a haber recontado el voto en urna del día de la elección. Estados como Nevada, puede recontar incluso días después, Pensilvania, donde el voto por correo se ha comenzado a contar tras el cierre de las urnas, o Michigan, North Carolina, Florida, Wisconsin, Georgia, Arizona donde se han contado durante el día de las elecciones. Evidentemente esto no afecta al resultado final, pero ha propiciado las acusaciones de fraude que desde la noche electoral repite Donald Trump, en nuestra opinión, sin mucho fundamento.

 

Fuente: AP Election Group

 

Una visión rápida de las denuncias presentadas hasta el momento puede servir para hacerse una idea de cómo, en la mayoría de los casos, los problemas que se plantean no parecen tener consecuencias especialmente importantes, al menos en este momento. En Pensilvania, además de la demanda ya señalada sobre la fecha límite de recepción de votos, las irregularidades denunciadas afectan a no poder acceder a los recuentos, lo que ha sido admitido por el juez, aunque sin admitir que se suspendiera el recuento, como también solicitaban los republicanos. Otra demanda intenta adelantar la fecha límite para que los votantes por correo a los que les falta algún tipo de identificación pueden proporcionarla, pasando del 12 al 9 de noviembre. Otras afectan a votos corregidos durante el período inicial de procesamiento de votos (“pre-escrutinio”) el mismo 3 de noviembre, un caso que afecta a menos de 100 votos.

 

En Michigan también se ha reclamado el acceso al recuento y la anulación de los votos contados en su ausencia. En Georgia se ha solicitado que las papeletas que lleguen tarde se separen adecuadamente de las boletas recibidas a tiempo según la ley estatal (las 7 p.m. el día de las elecciones). Y en Wisconsin, donde la diferencia entre ambos es del 0,6%, ya se ha anunciado una solicitud formal de recuento, que se puede solicitar sin más fundamento cuando la diferencia no alcanza el 1%, una vez finalizado el recuento oficial, algo que no se producirá antes del 10 de noviembre. Estos recuentos extraordinarios, sin duda se solicitarán en caso de que la distancia no alcance el 1% en otros estados que como Georgia o Nevada, que actualmente están por debajo de esta cifra. Aun así es muy extraño que den la vuelta al resultado final de las elecciones, como se pudo ver en 2016, cuando la ligera ventaja de Trump sobre Clinton se mantuvo básicamente sin cambios después de un nuevo recuento en Wisconsin.

 

Quedan todavía por escrutar los estados de Georgia, Pennsilvania y Nevada. Varios de los pronosticadores de resultados indican que la ventaja es de Joe Biden ya es evidente y con 264 votos electorales solo le falta conseguir un estado para poder ganar. El día de ayer, el Presidente de Trump salió en una rueda de prensa para indicar que hubo fraude, especialmente señalando los votos por correo y a las ciudades de Detroit y Philadelphia como focos de corrupción en los conteos. Estas elecciones, quizás las más reñidas y atípicas de la historia moderna de los Estados Unidos, no solo podrá dar lugar a que la transición del poder sea difícil, sino que también empezará a ser un motivo para la eventual revisión del sistema electoral de los Estados Unidos.