Facultad de Derecho

Educar para la democracia y la consolidación de la paz

Lea más sobre el tema de la entrada en nuestra Revista:

El rol de las Cortes y la protección de la democracia: una aproximación desde regímenes transicionales

La identidad cultural de los pueblos indígenas en el marco de la protección de los derechos humanos y los procesos de democratización en Colombia

La reparación de víctimas: su desconfinamiento de la justicia transicional

Por: Randy G. Pérez S[1]

Columnista del Blog RDE

¿Cómo educar para la democracia? es sin duda alguna la conferencia más recordada del maestro Carlos Gaviria Díaz, no solo porque fue, quizás, la última de sus apariciones en público antes de su repentino fallecimiento, sino porque en ella expresó sin tapujos su pensamiento liberal. La idea central de su ponencia, giraba en torno al papel tan importante que juega la educación en la formación de ciudadanos capaces de dirimir sus diferencias a través del diálogo genuino y los canales institucionales (Gaviria Díaz, 2015).

Para el maestro Gaviria, la prolongación del conflicto armado colombiano, ha conllevado a que en el imaginario de buena parte de la sociedad se conciba al otro, esto es, al “divergente” o “disidente”, como un franjo enemigo que se debe eliminar en aras de preservar la “paz”, las “buenas costumbres” y “el interés general”. Por lo tanto, educar en democracia –entendida como un escenario incluyente de debate y reflexión en el que todas y todos eligen las mejores soluciones políticas a los problemas estructurales que los aquejan– y en clave de derechos humanos, es lo que podría poner fin a la violencia política en el país (Gaviria Díaz, 2015). Por ese motivo, María Montessori, maestra precursora de la educación para la paz, sostenía que la tarea de la política es prevenir los conflictos, mientras que la de la educación es establecer la paz (Bungard, 2017).

La doctrina especializada considera que las profundas marcas y afectaciones generadas por la guerra en los menores de edad y la cotidianidad prolongada de la misma, por ejemplo, crean patrones, símbolos e imaginarios sociales favorables a la violencia. Al respecto, Grajales considera que los niños y niñas expuestos a prolongadas olas de confrontación, “aprenden con facilidad que las armas dan la ‘razón’, que la fuerza convertida en violencia ofrece espacios de reconocimiento y que, en actos de atrocidad en los que el cuerpo de los enemigos se mutila, queda establecido que la violencia se ejerce sin límites ni control” (Durán Ovallos, 2020, p.104). Así pues, ante un escenario de posacuerdo en el que la violencia directa parece incrementar, “la escuela, la familia y la comunidad, en general, tiene cada vez mayores responsabilidades en la formación de personas capaces de interactuar armónicamente en la solución de los conflictos y la convivencia pacífica” (Villamizar Ibarra, 2016, p.57).

Pues bien, para algunos autores, los conflictos sociales que siguieron con la finalización de los conflictos armados del siglo XX, son los que explican en buena parte el origen de la educación para la paz, la cual, tiene como objetivo principal “transformar la educación en las sociedades involucradas y afectadas, y modificar prácticas pedagógicas tradicionales que promueven y fortalecen la intolerancia y el autoritarismo”. Por lo anterior, la pedagogía para la paz se ha entendido “como un conjunto de iniciativas y prácticas educativas que pretenden fortalecer la capacidad crítica y de actuación de las personas ante las injusticias y las contradicciones sociales en escenarios de educación escolar, en organizaciones sociales y comunitarias y en medios de comunicación” (Defensoría del Pueblo, 2017).

Llegados hasta aquí, es importante resaltar porqué en un escenario de posacuerdo es indispensable generar políticas públicas que permitan transformaciones en el plano educativo y cultural, que faciliten la reconstrucción del tejido social que ha sido devastado por la guerra. Y es que para nadie es un secreto, que los actores armados hicieron uso de prácticas o modelos pedagógicos con el fin de validar durante décadas la violencia como la única salida posible para la terminación del conflicto armado. Incluso, se tiene por cierto, como los beligerantes fueron hábiles para identificar los miedos y las pasiones de la gente para, a través de ella, legitimar la guerra.

Solo por citar un ejemplo en aras de promover la discusión, algunos académicos han concluido que la cultura colombiana fue, al menos hasta finales del siglo XX, muy conservadora, y esto se atribuye por lo menos a tres cosas: “una economía cautelosa sin grandes saltos de consumo, crecimiento o apertura; la influencia de la Iglesia en la educación y el Estado, que solo se declaró laico hasta 1991; y la ausencia de migración externa”. Lo anterior sirve de base para explicar que “en un país tan cerrado, toda demanda democrática se volvió subversiva” (Pardo, 2022). Por eso, defender derechos en Colombia, a pesar de haberse abierto al mundo, siga siendo un riesgo.

Si bien el discurso de la guerra hizo que la pérdida, el miedo y el trauma de las víctimas fuera sentimientos que se debían ocultar, lo cierto es que la pedagogía de la paz “es una didáctica de reparación emocional, una metodología para acoger el dolor ante el terror de la guerra” y la pérdida de un ser querido. En efecto, “es una pedagogía activa que busca crear una ciudadanía crítica a través de prácticas culturales que nos permitan despertar la empatía ante los dolores de los demás, son prácticas culturales que buscan denunciar las injusticias que se han cometido y que se cometen en el conflicto armado” (Costa y Rivas, s.f.).

Para ir cerrando, la pedagogía de la paz ha sido una apuesta por evitar las confrontaciones armadas tanto en el plano nacional como internacional. Ha sido una apuesta por lograr que las diferencias sean resueltas mediante el dialogo genuino y transparente, y a través de mecanismos alternativos de solución de conflicto. Al respecto, algunos consideran que las diferencias políticas, filosóficas e incluso morales, en ocasiones, se exacerban por los imaginarios que se crean unas personas frente a las otras. Por esa razón, para Mauricio García “a veces es más fácil superar un conflicto con el encuentro amable de los contrincantes que con el consenso derivado del simple intercambio de argumentos. En todo caso lo mejor es hacer ambas cosas” (García, 2020).

Lo anterior, sumado a la idea de tener modelos pedagógicos y/o educativos que poco promueven el dialogo entre iguales, el respeto por las cosmovisiones no occidentales, y los derechos humanos, tales diferencias terminan en ciclos de violencia. Si a esto se le suma el hecho de que en Colombia históricamente los espacios de representación política y participación han estado cerrados para la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas, es lo que explicaría en buena parte el origen del conflicto armado en el país.

Finalmente, lo fundamental para el posacuerdo es generar instrumentos de política pública que ayuden a convencer a los colombianos y colombianas que han sido formados por un modelo educativo en el que prima los privilegios, que desconoce la diversidad social, cultural y étnica, y que legitima la desigualdad y el autoritarismo. Luego, una vez logrado ello, velar incansablemente por construir paz.

Referencias Bibliográficas

Bungard, K. (07 de julio de 2017). Educar para la paz. Algunos fragmentos de la maestra italiana María Montessori. Diario de Paz Colombia. Disponible en: https://diariodepaz.com/2017/07/07/educar-para-la-paz/

Costa, M. y Rivas, A. (s.f.). La pedagogía de la paz. Los sentimientos como metodología educativa de resistencia. Revista Periferias. https://revistaperiferias.org/es/materia/la-pedagogia-de-la-paz-en-colombia/

Defensoría del Pueblo (2017). Pedagogías para la construcción de la paz. Disponible en: http://veeduriadistrital.gov.co/sites/default/files/files/Brochure%20C%C3%A1tedra%202017%20(1).pdf

Durán Ovallos, E. S. (2020). La pedagogía para la paz como estrategia para la transformación de imaginarios sociales de violencia en niños y niñas de la región del Catatumbo. Espiral, Revista de Docencia e Investigación, 10 (1 y 2), 103-121. http://revistas.ustabuca.edu.co/index.php/ESPIRAL/article/view/2509/1913

García Villegas, M. (11 de enero de 2020). Castillos en el aire. Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad. Disponible en: https://www.dejusticia.org/castillos-en-el-aire/

Gaviria Díaz, C. (02 de abril de 2015). Carlos Gaviria Díaz – Conferencia en el Gimnasio Moderno marzo 11 de 2015, Bogotá. [YouTube]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=RGQdcwWVlCw

Pardo, D. (24 de mayo de 2022). Elecciones en Colombia: por qué ha sido tan difícil para la izquierda llegar al poder. BBC News. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-61515015

Villamizar Ibarra, J. (2016). Pedagogía para la convivencia y la paz: transformaciones que experimentan los docentes cuando vivencian la formación para la convivencia y la paz. Aibi, Revista de investigación, administración e ingeniería, 4(2), 56-62.


[1] Abogado (UFPSO), Especialista en Justicia, Víctimas y Construcción de Paz (UNAL)


Para citar: Randy G. Pérez S., “Educar para la democracia y la consolidación de la paz” en Blog Revista Derecho del Estado, 22 de junio de 2022. Disponible en: https://blogrevistaderechoestado.uexternado.edu.co/2022/06/22/educar-para-la-democracia-y-la-consolidacion-de-la-paz/