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Consideraciones frente el debate europeo sobre el turismo ruso

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Por: Juan Ospina[1]

Columnista Blog RDE

La reacción de la comunidad europea frente la injusta invasión a Ucrania se ha basado en la solidaridad. La bandera ucraniana ondea como símbolo de resistencia en distintos lugares de Europa, las ciudades han adaptado sus servicios sociales para atender la masiva llegada de migrantes de dicho país y las sanciones en contra de Rusia se han enfocado en restricciones selectivas individuales, controles económicos y acciones diplomáticas (Consilium, 2022). Sin embargo, ha hecho eco la crítica de que las sanciones adoptadas son exiguas en el propósito de rechazar con suficiente fuerza la invasión.

En esa línea de discusión algunos sectores han planteado la posibilidad de imponer sanciones generales en contra de las/los ciudadanos nacionales de Rusia en Europa y, ¿por qué no?, en otros lugares del mundo. En un artículo publicado en The New York Times, Steven Erlanger y Neil Mac Farquhar presentaron las posturas del debate reciente sobre la petición de prohibir específicamente el ingreso de turistas rusos a Europa.

El asunto no es menor. Los países europeos cuentan con normas supraconstitucionales que ampliaron los catálogos nacionales de derechos y maximizaron la igualdad de las protecciones. La prohibición de discriminación por nacionalidad es un principio que soporta el tratado de funcionamiento de la Unión Europea (arts. 18 y 45), así como sus otros acuerdos posteriores. Igualmente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha insistido en lecturas prácticas del principio de igualdad de trato y oportunidades que impiden el uso de la nacionalidad como razón de distinción negativa. Por ejemplo, en el caso Timishev contra Rusia, el Tribunal señaló que la violación de la libertad de circulación de la población chechena por razón de la nacionalidad en la frontera rusa era contraria al Convenio Europeo de Derechos Humanos y que era inaceptable objetivamente en una “sociedad democrática contemporánea construida sobre los principios del pluralismo y respeto de las diferentes culturas” (numeral 58).

Desde este enfoque, la Unión Europea tiene el reto de objetar la discriminación por motivos nacionales y, al mismo tiempo, rechazar la invasión rusa a través de sanciones que conllevan medidas de discriminación. En concreto, una medida que impida la circulación de turistas de origen nacional de rusia en Europa representaría una sanción general que sería contraria a los valores de la unión, distintas a las sanciones selectivas individuales adoptadas hasta ahora contra integrantes y colaboradores del gobierno ruso. Se trataría de una nueva representación de la idea de los otros como bárbaros, visibilizada con claridad en la obra cumbre de J. M. Coetzee “Esperando a los bárbaros”.

La cuestión sobre las sanciones para los turistas con ciudadanía rusa conlleva una discusión sobre la universalidad de los derechos humanos que retornaría la posibilidad de perder el hogar común con la ausencia de derechos por la dependencia a la nacionalidad, como analizaría Hannah Arendt en su trabajo de filosofía política. Sería una nueva forma de vomitar personas de la familia de naciones.

Defender la libertad incluye necesariamente permitir la circulación de personas con distintos fines, incluyendo el turismo. Los nacionales de un país no son responsables de los actos de su gobierno, especialmente en regímenes que irrespetan la democracia y los derechos humanos, así que la sanción general colectiva conlleva problemas teóricos y prácticos. Este razonamiento debería aplicarse por similitud al tratamiento que brinda Europa a otros refugiados, distintos a los ucranianos, en las grises fronteras creadas desde el derecho y la política para sostener los estados modernos. Los sirios, africanos o marroquíes, entre otros, también están buscando pertenecer a la familia de naciones donde el hogar signifique la garantía de su dignidad. Todos buscan la materialidad de su derecho a tener derechos.

Algunos dirán que los Estados pueden usar su derecho de admisión, pero tendrán que decir que el motivo es la nacionalidad. En la práctica esto ya está pasando en las fronteras de Europa al reducir o suspender el trámite de visas. La coherencia hará visible lo simple, la prohibición de ingreso de turistas rusos a Europa es una forma de discriminación por motivos nacionales prohibido en el campo de los derechos humanos. No es una discusión sobre las sanciones políticas de un poder estatal a otro, sino una sanción social basada en la nacionalidad que plantea un ajuste de cuentas que solo afecta a personas que no determinan los rumbos políticos, militares o económicos. Las sanciones individuales selectivas son una vía distinta.

Este asunto será llevado en algunos días para discusión de los ministros de relaciones exteriores por el gobierno checo, quien ocupa la presidencia del Consejo de la Unión Europea. Mientras tanto las voces a favor y en contra continúan. Europa podría ponderar, en medio de una absurda guerra que produce mucho dolor, si los destinatarios de sus sanciones son las personas indeterminadas de una nación o quienes han llevado las armas hasta la puerta de Europa. Las sanciones generales, así como las guerras, afectan a las personas más vulnerables mientras los poderes reales se mantienen indemnes.


[1] Docente universitario y candidato a doctor en derecho de la Universidad de los Andes. Cuenta: @juan_ospinar


Para citar: Juan Ospina, “Consideraciones frente el debate europeo sobre el turismo ruso” en Blog Revista Derecho del Estado, 30 de septiembre de 2022. Disponible en: https://blogrevistaderechoestado.uexternado.edu.co/2022/09/29/consideraciones-frente-el-debate-europeo-sobre-el-turismo-ruso/